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sábado, 13 de febrero de 2010

Joe vs el Super Bowl XLIV


Yo también quiero decir algo del superbowl... Pero no voy a sumarme a los análisis porque es de todos bien sabido que eso no es lo mío.

Lo que quiero decir es que no me había tocado ver jamás un SB tan emotivo.

Me había tocado ver encuentros trepidantes, aburridos, épicos, heróicos, predecibles, divertidos, interesantes, llenos de morbo y algunos otros poco más o menos insípidos, pero sinceramente no recuerdo alguno tan emotivo como éste, uno en donde ese factor haya jugado un papel tan preponderante en el curso del partido y en el resultado final.

Desde la historia del equipo que se convirtió en refugio de su cuidad ante la tragedia, material y metafóricamente, hasta la contratación de un QB que justamente podría considerarse el símbolo de esta lucha y de esta reconstrucción, pasando por la arenga de este mismo lider del equipo a sus compañeros antes del inicio de cada partido y un coach que durmió con el trofeo conseguido como para dar una idea clara y puntual de lo especial que fué este partido.En todo esto se pudo percibir una emotividad singular, esa que transmiten las ganas de un equipo de ir por el triunfo, de arrebatarlo, de quedarse con él, esa que sería digna de un guión dramático escrito por alguna mano inspirada.

Hubo muestras patentes de lo sui generis que resultó este partido en detalles pequeños que terminaron marcando grandes diferencias.

Como la decisión de Sean Payton del onside kick al inicio del tercer cuarto:

Una decisión de agallas, una sorpresa total, un parpadeo por parte de un equipo y la forma en la que se quedó con la bola quien más la quiso, con lo que pudo, contra todo, con eso que se necesita para ganar un campeonato.

También en el contraste entre ambos HCs. Uno, siempre arengando, siempre hablando, siempre bullicioso e intenso, mostrando deseos, mostrando emociones, mientras que el otro pasó gran parte del partido, estático, inerte, impasible, inexpresivo, (tenso ???) y, lo que más me llamó la atención: En silencio. No hubo una sola toma en toda la transmisión en que lo viera articular palabra siquiera.

Sobra decir quién ganó.

No se puede pasar por alto hablando de estos detalles a ese QB "bajito" que demostró ser un gigante entre sus compañeros, que demostró que se requiere ver más allá de la estatura para estar a la altura de los ganadores. Que con sus arengas logra más que emocionar a sus compañeros, logra convertirlos más que en jugadores, en ganadores y más que en guerreros, en campeones.

En fin, habrá quien diga que estoy exagerando pero para mí, este SB XLIV se ganó un lugar especial en la historia como el más emotivo.

Aún sin tomar en cuenta la consabida dosis de llanto y nostalgia que me invade siempre al término de la jornada por tener que esperar 7 eternos meses antes de ver actividad de NFL.

Para abrochar les dejo este enlace que me encontré en donde Drew Brees revela el secreto mejor guardado de la campaña de los Saints; la arenga de combate que ejecutan antes de cada partido y se las enseña a los asistentes a una de las innumerables celebraciones en la ciudad de los campeones. Disfruten.

El video aquí.

...Y aquí como se escucha el mismo ritual dentro del huddle antes de cada partido.

2 comentarios:

Santiago Ludueña dijo...

Un grande, Brees. No tengo nada para agregar. Además, también destaco el hecho de que vaya a un bar para festejar con la gente.

Luis Enrique dijo...

Pues ahora si que a mi no me parecio nada emotivo el juego y la culpa se la adjudico toda a los Colts, por timoratos y poco temperamentales.

Pero por la parte de Saints no hay reproches y por eso los considero justos ganadores y aplaudo que asi haya pasado.

Saludos